OTRO DE RECORDAR
Hace días que no escribía;
siempre he dicho que uno de nuestros más terribles enemigos es “el tiempo”, que
ahora pareciera se nos va mucho más rápido de entre las manos. Hay momentos en los que como dice el viejo
refrán: “la ocasión la pintan calva”, por tal motivo pido a la diosa romana
Ocasión que no se mueva mientras pinto esta corta historia.
Aprovechando entre comillas
el reposo que estoy pasando, por haber sufrido una fuerte afección pulmonar (Neumonía).
Ayer en mi lecho de enfermo, como dijera el poeta, me dispuse a ver televisión,
estaba comenzando la película Ben-Hur, una súper producción fílmica
norteamericana estrenada a finales del año 1959, de los géneros épico y
dramático, basada en la novela escrita por el abogado, militar, político y
escritor norteamericano Lewis Wallace, en el año 1880. De inmediato mi mente
voló a Valera (estado Trujillo), mi ciudad natal. Recordaba los teatros-cines
que allí existían: el Cinelandia, a unas dos cuadras de la plaza Bolívar, al que asistía con más frecuencia los domingos en el día, en compañía
de los muchachos de Agua Clara (Dickson mi hermano, Darío Gómez, Augusto
González, Nelson Simancas, los primos: Carlos Arismendi y Eugenio Garrido,
etc.), toda una “patota” como se decía en ese entonces; pues allí pasaban las
famosas series mexicanas. También allí vi la presentación del conjunto de Mario
Suarez con su cantante estrella Lila Morillo; a otro cantante nacional llamado Gerardito
Petit. Además los ubicados frente a la plaza Bolívar: el Teatro Valera (como
olvidar las arepas que vendían en unos carritos frente a este cine. Eran
pequeñitas, fritas y rellenas de
Caraotas, carne molida, mortadela frita, queso blanco rayado, tomate y lechuga,
una verdadera delicia); y el Teatro
Libertad que era como más formal. Había otro al que nunca fui que se llamaba El
Bellavista.
De esta colosal película que
viera allá en Valera, quedó grabada en mi mente la emocionante y peligrosa carrera
de las cuadrigas romanas que hiciera como un experimentado auriga, el
protagonista Juda Ben-Hur (Charlton Heston), junto a otros ocho participantes.
Pienso que Wallace, el autor
de la novela, debe haberse inspirado para narrar la competencia romana, en aquel hispano-lucitano llamado Cayo Apuleyo
Diocles (104-146 d-C), quien durante 24 años compitió como auriga haciendo un
total de 4257 carreras, de las cuales ganó 1462 e hizo 861 segundos puestos. La
premiación era en dinero para el 1ro, 2do y 3er puesto. Cayo logró almacenar
producto de sus victorias unos 35.863.120 sestercios (una de las antiguas
monedas romanas de plata) por lo cual le
llaman, entre otros, el profesor Peter Struck de la Universidad de Pensilvania:
“… el deportista mejor pagado de la historia”.
En otras palabras, no todo
es malo y como lo plasmó en un bello vals, titulado RECORDAR ES VIVIR, el
compositor y médico colombiano Jorge Villamil Cordovez: “recordar es vivir al
regresar hacia el pasado entre sombras de luz, atrás todo ha quedado…”
Puerto Ordaz, 23 de junio del 2022
MILTON R. ABREU A.
Coronel Ejército
Sigo XX