EL
PUEBLO GUAJIRO Y SU CULTURA, Parte 1:
Ya dije en mi
anterior artículo que había llegado a Paraguaipoa población del Estado Zulia y
que no conocía nada de ella. De inmediato
me dediqué, aparte de las funciones propias del cargo, a conocer a fondo este
apartado rincón de nuestra geografía patria.
Me encontraba en el Municipio
Páez del Estado Zulia, específicamente en la Parroquia Guajira del Municipio
Páez, donde el núcleo humano mayoritario que lo conforma son indígenas Guajiros
o Wayúu (así se denominan ellos mismos).
Ellos constituyen un factor muy importante en las interrelaciones con sus
connacionales y paisanos asentados en el territorio Colombiano. Mi interés aumentó
al percatarme de que con la “Crisis de
la Corbeta Caldas”, los guajiros prácticamente no apoyaron al Estado Colombiano
en esa acción, por lo cual, este ahora emprendía acciones gubernamentales titánicas
para llevarles una mayor atención que
les hiciera sentir que los estaban
tomando en cuenta.
El Guajiro es un pueblo
asentado en la Península de La Guajira que
proviene de la familia lingüística Arawak, desde tiempos milenarios (los que
dividimos este territorio un 80% para Colombia y un 20% para Venezuela fuimos
nosotros los blancos o alijunas); allí han vivido agrupados en las llamadas rancherías
con corrales y casas donde moran varias familias, en clanes o comunidades, con
su propia lengua ancestral: wayúu o wayuunaiki, con sus propias costumbres y
tradiciones; se rigen por sus propias leyes, basada en el sistema de
compensación; etc. Se dedican: el hombre al pastoreo mayormente de
ovejas y de ganado vacuno; al cultivo de
cereales como el maíz y otras plantas como la yuca, los plátanos, etc.; a la
confección de bellos sombreros y las
sandalias (waireñas); a la elaboración de sus propios instrumentos: las
flautas, el sawawa, la trompa, el wantorojo y massi, y los diferentes tambores.
Igualmente a la pesca (son muy buenos en esta actividad y en la navegación); también al comercio (actividad
que realizan junto a sus mujeres). La mujer wayúu, al bordado y
elaboración de tejidos (los chinchorros y las mochilas), las mantas guajiras;
trabajos estos que se caracterizan por su gran belleza, de vivos y artísticos
diseños, colores y texturas.
Es una sociedad
dividida en clanes matrilineales, que no practica la exogamia; estos clanes se
reconocen con un Kanash, (es el apellido y el animal que los representa), entre
otros tenemos: el Epieyú, el Uriana, el Apushana, el Sapuana, el Jusayúu, el Ipuana,
el Jayaliyú, el Jayariyú, etc. Estos son básicamente matriarcales (para
entender esto fácilmente, podría decirles lo siguiente: es guajiro el hijo de
la mujer guajira; más no necesariamente el hijo de un hombre guajiro. Un guajiro se casa con una alijuna, y
su hijo no es guajiro). Dicen sus ancianos que su pueblo fue creado por Maléiwa
o Mareiwa (Dios), que este creador mantiene una preocupación constante por
ellos y les envía el bien o los sanciona cuando lo hacen mal. Tiene un piache o
chamán que se distingue por ser conocedor del mundo de Maléiwa, Pulowi y Juya,
dioses de este pueblo.
Su danza o baile
típico es el Yonna o Baile de la Chichamaya, la cual se realiza para conmemorar
eventos importantes tales como: celebrar un matrimonio, pedir a los dioses que lleguen las
lluvias, cuando hay revelaciones de un
sueño, para las curaciones, para anunciar y celebrar el encierro de las jóvenes
guajiras, etc. El traje típico del hombre es el Guayuco o también llamado
Taparrabo, las sandalias o waireñas, un sombrero tejido y para protegerse del
inclemente sol, una camisa. La mujer lleva la manta guajira.
Los problemas causados
entre ellos, por ciertos “delitos”, se llevan a una especie de negociación entre
las partes (clanes), por medio de un Pútchejeechi, (portador de la palabra o
Palabrero); quien forma parte de su “sistema autónomo de justicia”. Ellos acatan las decisiones que se tomen allí
y que normalmente consisten en pagos o indemnizaciones por la ofensa causada, o
la agresión sufrida por uno o varios de los miembros del clan.
Ellos pasan de
generación en generación sus conocimientos, valores, tradiciones y costumbres así como su modo de vivir. En próximas
entregas continuaré hablando del particular mundo wayúu.
Ahora voy con mi acción de Comando: dentro de esta me
planteé, efectuar visitas institucionales a las diferentes Organizaciones
sociales, culturales y de Gobierno que funcionaban en la Guajira. Visité el
Hospital II de Paraguaipoa, conocí a su Director y a unos pocos médicos que
allí trabajaban. Me empapé de los problemas que tenían para la atención a la
ciudadanía, entre ellos:
- Médicos que aunque estaban en la nómina de este Centro
Asistencial, para cumplir con su pasantía Rural, no lo hacían por diferentes
motivos (siendo la excusa más común: “la inseguridad de la zona”), que en honor
a la verdad, era cierto, y era vox
populi que “ellos pagaban su rural”;
- En la noche no se quedaba ningún Médico, la excusa era
nuevamente: “la inseguridad”:
- La Sala de Partos, estaba inutilizada; convertida en una especie de depósito de cachivaches;
- Y deterioro general de las instalaciones;
- Etc.
Tomé en mis manos
este problema. De inmediato implementé
ciertas medidas para solucionar en parte estas anormalidades:
1.- Informé a mi Comando la inasistencia de los Médicos; eso trajo
cola y bien larga por cierto, pero se solucionó este problema;
2.- Se colocó un personal de Tropa para la Guardia Diurna y Nocturna
en el Hospital para prestar seguridad, ajora los médicos si podían permanecer
durante la noche; y
3.- Se aseó, se pintó y esterilizó la Sala de Partos, y se le colocó
un aparato de aire acondicionado.
Al día siguiente de
haberle hecho mantenimiento a la sala de Partos, el personal de trabajadores del
Hospital, tomó toda la basura que había en el basurero y la regaron nuevamente
en dicha sala. Me dirigí al Hospital, reuní a los trabajadores y les pregunté
entre otras cosas: para quien era ese Hospital?, donde daban a luz las mujeres
del pueblo? Ellos me entendieron, que
cada quien debía cumplir sus funciones, entonces nos ayudaron a limpiar
nuevamente los espacios, y a partir de
allí, las relaciones fueron muy buenas.
Algo similar me pasó
con las Escuelas. Gran parte sus maestros vivían en Maracaibo a dos horas de
Paraguaipoa; pero la mayoría no tenía vehículo para su traslado hacia la
guajira, y cuando uno iba por alguna razón para Maracaibo los veía ya tarde a
eso de las nueve o diez de la mañana, “pidiendo cola” en Puerto Caballo, a la
salida de Maracaibo, cuando las actividades escolares debían haber iniciado a las ocho de la mañana.
Designé entonces a un Sargento de Tropa, para que todas las mañanas a eso de
las ocho y media de la mañana, en una moto, visitara a todas las escuelas y
pasara la lista de asistencia del personal de maestros. Así se terminó el
cuento de que los niños regresaban a sus
casas porque los maestros no cumplían con su horario y sus labores. Un día me
dice el Soldado guardia de Comando: Mi Comandante lo busca un maestro. Le dije
que pase adelante, lo atendí y me dijo: “el Director me manda para que le
explique el motivo por el cual llegué tarde hoy a mis actividades”.
Con el Personal de Tropa
de la Unidad, construí una Escuela, la doté de pupitres y se la entregué a la
Comunidad Indígena de Chamalú, en las inmediaciones de El Tigre.
Se realizaron varias
Acciones Cívicas, con el objeto de prestarle atención médica, vacunación,
servicio odontológico, servicio de barbería, etc., en diferentes localidades de
la Guajira Venezolana; me recuerdo por cierto, que en una de ellas se operó
quirúrgicamente a una niña wayúu de la Alta Guajira, que tenía un gran tumor en
el pie derecho.
En fin fueron muchas
las acciones llevadas a cabo para beneficio la comunidad guajira; pero además tenía
otro interés, muy particular: conocer a
fondo esta cultura. Tuve excelentes maestros: Don Hermán Pocaterra Uriana, primer maestro guajiro; fueron muchas horas que pasé acostado en un
multicolor chinchorro en su casa, oyéndolo, acompañado de su señora esposa Librada y de sus hijos
Leoncio y Noely, ¡¡Toda una leyenda de hombre!!, me contaba entre otras cosas,
que yo recuerde: cuando fundó la primera
escuela en el año 1936 en Las Gavetas y posteriormente la de La Gloria; de cuando a principios de los años
cuarenta recibió y acompañó a Rómulo
Gallegos durante su estada en esas tierras. Cuando fue nombrado en el año 1945
Gobernador del Distrito Páez , por la Primera Autoridad del Zulia, Felipe Hernández ; de cuando estuvo exiliado
en Colombia por unos diez años y se desempeñaba como administrador del correo de
Maicao, allí recibía muchas cartas de otros exiliados, sobre todo de Costa Rica
y que las hacía llegar hasta sus destinatarios en Venezuela, que había pasado hacia Venezuela por los caminos verdes a
enemigos del régimen del momento, el de Pérez Jiménez, a varios personajes entre
ellos a Luis Vera Gómez y a Castor Nieves Ríos; de cuando en el año1947 un piloto el Teniente de la
Aviación Rosevelt Adrianza Galvis aterrizó una aeronave de combate en Los
Filuos cerca de Paraguaipoa, etc. etc.
etc.
Otro de mis maestros
fue el Antropólogo Nemesio Montiel, indígena wayúu de la etnia Epieyú, poseedor de una basta cultura de las
etnias venezolanas y en particular de las que hacen presencia en el territorio
del Estado Zulia: los Barí y los Yucpa en la Sierra de Perijá, los Añú o
Paraujanos en la Laguna de Sinamaica y los Wayúu en la Guajira. Mi amigo Nemesio,
profesor de la Universidad del Zulia, altamente preocupado por dar a conocer su
cultura, tenía un programa que consistía en llevar estudiantes de esa casa de
estudios a la guajira los fines de semana y al pasar por Paraguaipoa, entraban
al Comando del Grupo de Caballería Francisco Esteban Gómez, donde se les
impartía una Conferencia sobre “La Guajira Venezolana y el punto de vista
militar”, posteriormente estos muchachos continuaban hacia Alitasía donde se
adentraban de lleno en el conocimiento del mundo wayúu.
Fueron muchos los excelentes amigos que me ayudaron a conocer y comprender este mundo; entre ellos no puedo dejar de mencionar a: Genaro Vásquez, maestro dedicado a la política, siempre, como decimos en el mundo militar, “estaba en la jugada”; Angel Durán de la etnia Sapuana, mejor conocido como Alí Kan, gran comerciante, de poco hablar pero certero en sus apreciaciones y recomendaciones; y por último Jesús Barroso y su esposa María (la Enfermera de Cojoro), malamente y en mala hora asesinado por ser el más representativo de su clan. A todos ellos mi eterno agradecimiento.
Visita al Hito Nº. 1 "Castillete"
Palabras con motivo al acto de entrega de una Escuela a la Comunidad Indígena de Chamalú
En el Acto, en compañía de Don Hermán Pocaterra
Durante el Acto
Misa de Campaña en Chamalú
Niña Guajira que presentaba un tumor en su pie derecho y fue operada en una Acción Cívica