domingo, 27 de mayo de 2012


EL PUEBLO GUAJIRO Y SU CULTURA, Parte 1:

Ya dije en mi anterior artículo que había llegado a Paraguaipoa población del Estado Zulia y que no conocía nada  de ella. De inmediato me dediqué, aparte de las funciones propias del cargo, a conocer a fondo este apartado rincón de nuestra geografía patria.

Me encontraba en el Municipio Páez del Estado Zulia, específicamente en la Parroquia Guajira del Municipio Páez, donde el núcleo humano mayoritario que lo conforma son indígenas Guajiros o Wayúu (así se  denominan ellos mismos). Ellos constituyen un factor muy importante en las interrelaciones con sus connacionales y paisanos asentados en el territorio Colombiano. Mi interés aumentó al percatarme de que  con la “Crisis de la Corbeta Caldas”, los guajiros prácticamente no apoyaron al Estado Colombiano en esa acción, por lo cual, este ahora emprendía acciones gubernamentales titánicas para llevarles  una mayor atención que les  hiciera sentir que los estaban tomando en cuenta.

El Guajiro es un pueblo asentado en la Península de La Guajira  que proviene de la familia lingüística Arawak, desde tiempos milenarios (los que dividimos este territorio un 80% para Colombia y un 20% para Venezuela fuimos nosotros los blancos o alijunas); allí han vivido agrupados en las llamadas rancherías con corrales y casas donde moran varias familias, en clanes o comunidades, con su propia lengua ancestral: wayúu o wayuunaiki, con sus propias costumbres y tradiciones; se rigen por sus propias leyes, basada en el sistema de compensación;  etc. Se  dedican: el hombre al pastoreo mayormente de ovejas y de ganado vacuno;  al cultivo de cereales como el maíz y otras plantas como la yuca, los plátanos, etc.; a la confección de bellos sombreros y  las sandalias (waireñas); a la elaboración de sus propios instrumentos: las flautas, el sawawa, la trompa, el wantorojo y massi, y los diferentes tambores. Igualmente a la pesca (son muy buenos en esta actividad y en la  navegación); también al comercio (actividad que  realizan junto a sus  mujeres). La mujer wayúu, al bordado y elaboración de tejidos (los chinchorros y las mochilas), las mantas guajiras; trabajos estos que se caracterizan por su gran belleza, de vivos y artísticos diseños, colores y texturas.

Es una sociedad dividida en clanes matrilineales, que no practica la exogamia; estos clanes se reconocen con un Kanash, (es el apellido y el animal que los representa), entre otros tenemos: el Epieyú, el Uriana, el Apushana, el Sapuana, el Jusayúu, el Ipuana, el Jayaliyú, el Jayariyú, etc. Estos son básicamente matriarcales (para entender esto fácilmente, podría decirles lo siguiente: es guajiro el hijo de la mujer guajira; más no necesariamente el hijo de un hombre  guajiro. Un guajiro se casa con una alijuna, y su hijo no es guajiro). Dicen sus ancianos que su pueblo fue creado por Maléiwa o Mareiwa (Dios), que este creador mantiene una preocupación constante por ellos y les envía el bien o los sanciona cuando lo hacen mal. Tiene un piache o chamán que se distingue por ser conocedor del mundo de Maléiwa, Pulowi y Juya, dioses de este pueblo.

Su danza o baile típico es el Yonna o Baile de la Chichamaya, la cual se realiza para conmemorar eventos importantes tales como: celebrar un matrimonio,  pedir a los dioses que lleguen las lluvias,  cuando hay revelaciones de un sueño, para las curaciones, para anunciar y celebrar el encierro de las jóvenes guajiras, etc. El traje típico del hombre es el Guayuco o también llamado Taparrabo, las sandalias o waireñas, un sombrero tejido y para protegerse del inclemente sol, una camisa. La mujer lleva la manta guajira.

Los problemas causados entre ellos, por ciertos “delitos”, se llevan a una especie de negociación entre las partes (clanes), por medio de un Pútchejeechi, (portador de la palabra o Palabrero); quien forma parte de su “sistema autónomo de justicia”.  Ellos acatan las decisiones que se tomen allí y que normalmente consisten en pagos o indemnizaciones por la ofensa causada, o la agresión sufrida por uno o varios de los miembros del clan.

Ellos pasan de generación en generación sus conocimientos, valores, tradiciones y  costumbres así como su modo de vivir. En próximas entregas continuaré hablando del particular mundo wayúu.

Ahora voy con  mi acción de Comando: dentro de esta me planteé, efectuar visitas institucionales a las diferentes Organizaciones sociales, culturales y de Gobierno que funcionaban en la Guajira. Visité el Hospital II de Paraguaipoa, conocí a su Director y a unos pocos médicos que allí trabajaban. Me empapé de los problemas que tenían para la atención a la ciudadanía, entre ellos:
-      Médicos que aunque estaban en la nómina de este Centro Asistencial, para cumplir con su pasantía Rural, no lo hacían por diferentes motivos (siendo la excusa más común: “la inseguridad de la zona”), que en honor a la verdad, era cierto, y era  vox populi que  “ellos pagaban su rural”;
-      En la noche no se quedaba ningún Médico, la excusa era nuevamente: “la inseguridad”:
-      La Sala de Partos, estaba inutilizada; convertida en  una especie de depósito de cachivaches;
-      Y deterioro general de las instalaciones;
-      Etc.
Tomé en mis manos este problema. De inmediato  implementé ciertas medidas para solucionar en parte estas anormalidades:
1.-   Informé a mi Comando la inasistencia de los Médicos; eso trajo cola y bien larga por cierto, pero se solucionó este problema;
2.-   Se colocó un personal de Tropa para la Guardia Diurna y Nocturna en el Hospital para prestar seguridad, ajora los médicos si podían permanecer durante la noche; y
3.-   Se aseó, se pintó y esterilizó la Sala de Partos, y se le colocó un aparato de aire acondicionado.

Al día siguiente de haberle hecho mantenimiento a la sala de Partos, el personal de trabajadores del Hospital, tomó toda la basura que había en el basurero y la regaron nuevamente en dicha sala. Me dirigí al Hospital, reuní a los trabajadores y les pregunté entre otras cosas: para quien era ese Hospital?, donde daban a luz las mujeres del pueblo?  Ellos me entendieron, que cada quien debía cumplir sus funciones, entonces nos ayudaron a limpiar nuevamente los espacios,  y a partir de allí, las relaciones fueron muy buenas.

Algo similar me pasó con las Escuelas. Gran parte sus maestros vivían en Maracaibo a dos horas de Paraguaipoa; pero la mayoría no tenía vehículo para su traslado hacia la guajira, y cuando uno iba por alguna razón para Maracaibo los veía ya tarde a eso de las nueve o diez de la mañana, “pidiendo cola” en Puerto Caballo, a la salida de Maracaibo, cuando las actividades escolares debían  haber iniciado a las ocho de la mañana. Designé entonces a un Sargento de Tropa, para que todas las mañanas a eso de las ocho y media de la mañana, en una moto, visitara a todas las escuelas y pasara la lista de asistencia del personal de maestros. Así se terminó el cuento  de que los niños regresaban a sus casas porque los maestros no cumplían con su horario y sus labores. Un día me dice el Soldado guardia de Comando: Mi Comandante lo busca un maestro. Le dije que pase adelante, lo atendí y me dijo: “el Director me manda para que le explique el motivo por el cual llegué tarde hoy a mis actividades”.

Con el Personal de Tropa de la Unidad, construí una Escuela, la doté de pupitres y se la entregué a la Comunidad Indígena de Chamalú, en las inmediaciones de El Tigre.

Se realizaron varias Acciones Cívicas, con el objeto de prestarle atención médica, vacunación, servicio odontológico, servicio de barbería, etc., en diferentes localidades de la Guajira Venezolana; me recuerdo por cierto, que en una de ellas se operó quirúrgicamente a una niña wayúu de la Alta Guajira, que tenía un gran tumor en el pie derecho.

En fin fueron muchas las acciones llevadas a cabo para beneficio  la comunidad guajira; pero además tenía otro  interés, muy particular: conocer a fondo esta cultura. Tuve excelentes maestros: Don Hermán Pocaterra Uriana,  primer maestro guajiro; fueron  muchas horas que pasé acostado en un multicolor chinchorro en su casa, oyéndolo, acompañado de  su señora esposa Librada y de sus hijos Leoncio y Noely, ¡¡Toda una leyenda de hombre!!, me contaba entre otras cosas, que yo recuerde: cuando  fundó la primera escuela en el año 1936 en Las Gavetas y posteriormente la de  La Gloria; de cuando a principios de los años cuarenta recibió y acompañó  a Rómulo Gallegos durante su estada en esas tierras. Cuando fue nombrado en el año 1945 Gobernador del Distrito Páez , por la Primera Autoridad del Zulia,  Felipe Hernández ; de cuando estuvo exiliado en Colombia por unos diez años y se desempeñaba como administrador del correo de Maicao, allí recibía muchas cartas de otros exiliados, sobre todo de Costa Rica y que las hacía llegar hasta sus destinatarios en Venezuela, que había pasado  hacia Venezuela por los caminos verdes a enemigos del régimen del momento, el de Pérez Jiménez, a varios personajes entre ellos a Luis Vera Gómez y a Castor Nieves Ríos; de cuando  en el año1947 un piloto el Teniente de la Aviación Rosevelt Adrianza Galvis aterrizó una aeronave de combate en Los Filuos cerca de Paraguaipoa,  etc. etc. etc.

Otro de mis maestros fue el Antropólogo Nemesio Montiel, indígena wayúu de la etnia  Epieyú, poseedor de una basta cultura de las etnias venezolanas y en particular de las que hacen presencia en el territorio del Estado Zulia: los Barí y los Yucpa en la Sierra de Perijá, los Añú o Paraujanos en la Laguna de Sinamaica y los Wayúu en la Guajira. Mi amigo Nemesio, profesor de la Universidad del Zulia,  altamente preocupado por dar a conocer su cultura, tenía un programa que consistía en llevar estudiantes de esa casa de estudios a la guajira los fines de semana y al pasar por Paraguaipoa, entraban al Comando del Grupo de Caballería Francisco Esteban Gómez, donde se les impartía una Conferencia sobre “La Guajira Venezolana y el punto de vista militar”, posteriormente estos muchachos continuaban hacia Alitasía donde se adentraban de lleno en el conocimiento del mundo wayúu.

Fueron muchos los excelentes  amigos que me ayudaron a conocer y comprender este mundo; entre ellos  no puedo dejar de mencionar a: Genaro Vásquez, maestro dedicado a la política, siempre, como decimos en el mundo militar, “estaba en la jugada”;  Angel Durán de la etnia Sapuana, mejor conocido como Alí Kan, gran comerciante, de poco hablar pero certero en sus apreciaciones y recomendaciones; y por último Jesús Barroso y su esposa María (la Enfermera de Cojoro), malamente y en mala hora asesinado  por ser el más representativo de su clan. A todos ellos mi eterno agradecimiento.

 Visita al Hito Nº. 1 "Castillete"


Palabras con motivo al acto de entrega de una Escuela a la Comunidad Indígena de Chamalú

 En el Acto, en compañía de Don Hermán Pocaterra


 Durante el Acto


 Misa de Campaña en Chamalú



Niña Guajira que presentaba un tumor en su pie derecho y fue operada en una Acción Cívica

3 comentarios:

  1. Con todo respeto he compartido varias articulos muy lindos He descubuertos a traves de un programa que se llama Caso Cerrado y de alli conoci las costumbres sepan disculpar...

    ResponderEliminar
  2. Esa Gladys Fernandez Herrera es mi hija yo me llamo Gladys Raquel Herrera

    ResponderEliminar
  3. Igual doy gracias por poder ver sus imagenes

    ResponderEliminar