MANOA, EL DORADO, ORO …
En la ciudad de San Félix del estado Bolívar,
hay una urbanización denominada Manoa. Esta tradicional comunidad guayanesa fue
planificada y dirigida por el extinto
Banco Obrero e inaugurada el 28 de noviembre del 1964, por el entonces
Presidente de la República Raúl Leoni Otero; se caracteriza porque sus calles,
avenidas y veredas llevan nombres alusivos a las diferentes culturas indígenas de nuestro
país.
Es ampliamente
conocida que “Uayana”, como le gritaban nuestros indígenas de las bocas del río
Caroní al Teniente Juan González de Sosa, miembro de la expedición de Don Diego
de Ordaz, aquel 23 de Junio del 1531, cuando se iniciaba la exploración de esta maravillosa tierra hoy conocida como Guayana, bendecida por el Creador del Universo por su
inmensa abundancia de sus “placeres
eluviales y aluviales”.
En los últimos
meses, personajes “conspicuos del régimen de turno” que como aquellos
aventureros de otrora, se han hecho presentes en la región y de todos es sabido que sus visitas no han
sido para ocuparse precisamente de los asuntos que son responsabilidad del
gobierno, como : la inseguridad, el desabastecimiento de los diferentes rubros,
la falta de agua potable para el consumo humano, la vialidad urbana y rural, la escasez de combustible automotor etc., etc., sino
obedecerían, por el contrario, a lo que se especula ampliamente en la comunidad
respecto a “los negocios que estarían haciendo” con minerales preciosos (oro,
diamantes, coltán y pare de contar); y donde figurarían también en la “película”
elementos extranjeros como miembros del Ejército de Liberación Nacional de
Colombia (ELN) ; y Cubanos, prestando “seguridad” a las minas auríferas (¿?)
Hace unos días,
ante un grupo de personas todos de San Félix, hice la siguiente pregunta: ¿De dónde
viene la palabra MANOA? Las respuestas más que anecdóticas, lo que me causaron
fue hilaridad: “…Manoa es una palabra utilizada en la Colonia…”; “…Eso viene de
los indios; …si porque allí los nombres de las calles es de indígenas…. “, “…es
una Urbanización de San Félix”; “…es una película de cine”, etc. Y un señor que
llegó en ese momento, en tono fuerte y
como un verdadero “erudito” sentenció: “Manoa era un cacique indígena”.
A continuación
transcribiré un fragmento del artículo denominado “La maldición de Manoa”, escrito por el marabino Doctor
Mariano José Nava Contreras
“Cuesta creerlo, pero la conquista de Venezuela se llevó a cabo, en mayor
medida, gracias a una leyenda, a una mentira. Manoa es uno de los nombres de la
mítica ciudad de El Dorado. Cuenta la leyenda que sus anchas calles y
espléndidas casas estaban hechas de oro y cubiertas de esmeraldas. Los
indígenas decían que estaba situada a orillas de una laguna donde se celebraba
una singular ceremonia. Cada vez que un rey moría, cubrían su cuerpo de oro y
lo echaban al agua. Después, cubrían también de oro al príncipe heredero, quien
se ponía al centro de una balsa acompañado de cuatro caciques desnudos y
enjoyados. También ponían a su rededor numerosos objetos de oro, tal y como se
muestra en la famosa “Balsa Muisca”
que hoy se exhibe en el Museo del Oro en Bogotá. Llevada la balsa al medio de
la laguna, echaban al agua el fabuloso tesoro como ofrenda a su dios”.
Y no puedo dejar de mencionar otro fragmento del interesante artículo de
este estudioso maracucho, donde hace referencia a ese grupo de temerarios
hombres que dedicaron tiempo a la búsqueda de El Dorado,en el vasto Imperio
Olmegua,
“Lo interesante de
todos estos exploradores es que sus vidas terminaron en tragedia. Belalcázar
muere en Cartagena esperando zarpar para España, con el fin de apelar una
sentencia que igual lo condenaba a muerte; Jiménez de Quesada acaba con lepra,
viejo y arruinado en Tolima, después de fracasar una y otra vez, como también
sus descendientes, en la búsqueda de la ciudad áurea; Francisco de Orellana
jamás regresó de su segunda expedición al Amazonas, donde cayó, dicen, flechado
por los indios; Pedro de Ursúa fue cosido a puñaladas por su compañero Lope de
Aguirre, y éste, “el loco”, “el tirano”, será también traicionado y asesinado
por los suyos en Barquisimeto, después de haber asolado Margarita y Tierra
Firme. Tampoco los alemanes acaban de mejor manera. Alfinger cae en Chinácota
con una flecha atravesada en la garganta, Federmann termina sus días en una
cárcel de Valladolid y Felipe de Hutten es decapitado cerca de El Tocuyo junto
a Bartolomé, el mayor de los Welser, por Juan de Carvajal, sin haber podido tener
confesión, que imploraba a gritos. El capitán Carvajal a su vez terminará
ahorcado de un ceibo que, cuentan las malas lenguas, se fue secando desde ese
día, “hasta que de él no quedó memoria”. También Raleigh fue decapitado en
Londres, después de haber sido juzgado y torturado por sus fechorías”.
Sirva la presente, para aclarar a mis
amigos el origen de la palabra Manoa y también para decirles a estos “modernos
exploradores”, que llevados por la codicia y manera fácil de hacer dinero sin
trabajar, que la riqueza de nuestro suelo patrio pertenece a la nación
venezolana y no a persona alguna; y que “la maldición de Manoa”, podría
repetirse. Que tengan siempre presente que al transgresor de la Ley, le llega
el castigo de modo providencial: y además que el pueblo tendrá, en su debido
momento, en sus manos el látigo con que azotaba a los Galeotes para castigar sin piedad a los
violadores de la Ley y del saqueo del erario público. Particularmente estoy
convencido que el Supremo Creador, no
dudará en cumplir aquel viejo dicho castellano que dice: “Dios castiga sin palo
y sin rebenque”
Puerto Ordaz, 24 de Junio del 2019
MILTON R. ABREU A.
Coronel Ejército Siglo XX