viernes, 4 de septiembre de 2020

DONDE EMPEZAMOS, 2da. Entrega….

 

DONDE EMPEZAMOS, 2da. Entrega….

Llegamos así a esa Unidad Táctica de Caballería, a muy pocos kilómetros de San Juan de los Morros, estado Guárico, cuyas magníficas instalaciones conformaban el "Fuerte Conopoima" nombre del jefe indígena que alcanzó el cacicazgo cuando mataron a Guaicaipuro. Era el "Grupo de Caballería General Ambrosio Plaza N°1", Unidad está, que tuvo sus inicios en la ciudad capital (Caracas), con un relevante historial y una larga tradición Hipomóvil. Por allí pasaron muchos Oficiales, que llegaron a los más altos cargos dentro de la Institución. En este Fuerte también estaban alojadas las siguientes Unidades Militares: el Batallón de Cazadores “Páez”, la Compañía de Armamento N° 7, y un Punto de Abastecimientos.

 

En ese preciso instante, como lo mencioné en la primera entrega, la situación interna de la Unidad no estaba en su mejor momento, ya que salían de una Inspección de la Inspectoría General del Ejército, que según mi percepción no habían salido muy bien, a juzgar por la cantidad de días de arresto que repartió el comandante…. Además, el 1er. Comandante había ascendido a Coronel y estaba transferido a otro destino; la Unidad estaba en proceso de cambio de “Medios”, pasaría de Hipomóvil a Motorizada y se estaban recibiendo los Tanques AMX-13, provenientes del Batallón Blindado “Bravos de Apure; etc. Pero ...en fin: “…la prioridad la tenían los caballitos…”

Su comando y Plana Mayor la integraban los siguientes Oficiales: 1er. Comandante Cnel. Hugo Cleofé Cegarra Barragán; 2do. Comandante; May. José de Jesús Morales Toro, Oficial S-1 May. Carlos Enrique Franco, Oficial; S-2 May. Pedro Gil Abreu; Oficial S-3 May. Humberto Camejo Arias; y Oficial S-4. May. Francisco de Paula Loreto Rodríguez.

Era un momento de cambios en el personal profesional de la Unidad; y de cierta alegría para nosotros recién llegados, de ver caras conocidas (me acuerdo de algunos de ellos): de la Promoción 1968 “Pedro María Freites”: Tte. Luis Alberto Guzmán, Tte. Claudio R. Bata Gallardo (BAFORE) y Tte. Américo Rincón (BAFORE); Promoción 1968 “José Gregorio Monagas”: Stte. Sixto M, Jerez Quesada, Stte, Esteban C. Reyes González, Stte. Isbel R. Tortolero Guédez, Stte. Oquerio Rivero Bastidas, Stte. (+) Rubén A. Piñango La Rosa, Stte. Nelson Gerardo Sosa Henríquez, Stte. Cirilo E. Rodulfo; y de la Promoción 1970 “Francisco de Paula Avendaño”: Stte (+) Evangelista Galea Parra y Stte, (+) Elis R. Moret Magiorani,

Nosotros, los nuevos, fuimos asignados a diferentes Escuadrones: Vicente Ortiz Losada al 1er Escuadrón, su comandante era el Tte (+) Catalino Lagonel Lanz; Pedro Salazar Monsalve para el 2do Escuadrón comandado por el Cap. Hugo Moreno Carrero; Hugo Mario Araujo Godoy al 3er. Escuadrón, que comandaba el Tte. Claudio R. Bata Gallardo; y yo, para el Escuadrón de Apoyo, cuyo comandante era el Cap. José Tomás Rojas Graffe.

Así recibí el Pelotón Anti Tanque y el Pelotón de Morteros de 81 mm. Ah...y mis 37 “caballitos”, con sus respectivos aperos. En la anterior entrega hablé que nosotros no habíamos visto la materia Hipología; bueno yo de caballos “no sabía nada”. Ellos se identificaban mediante un “tatuaje labial” (era una letra y un número). Esto lo refiero porque pasados unos quince días en la Unidad me llega mi primera “sanción”, una “Advertencia” por escrito por haber violado el Art. 115 del Reglamento de Castigos Disciplinarios N° 6, en su aparte que dice; Tener desaseo o descuido en la conservación del vestuario, equipo, ganado, armas, municiones, alojamiento o utensilios”, es decir “…permitir que animales bajo su custodia se encuentren con las uñas largas”. Tomé “mis caballitos” y los llevé a la Herrería, hablé con el Sub Oficial Herrero, el MT1 Pastor Álvarez, le expliqué lo que estaba pasando y éste, al ver los animales, me dijo: “…mi Teniente esos caballos de vaina caminan, tienen las uñas demasiado largas, …”, dije para mis adentros: “para adivino…Dios”.

En esos primeros días el Cap Rojas G. quien además de ser mi comandante de Escuadrón, era el administrador del Rancho de Oficiales, me dijo tome su Pelotón y ejercite tanto a la tropa como a los caballos, llévelos hacia allá y me señaló el cerro que está al pie de los Morros; me dijo en aquella hondonada hay muchos árboles de Jobo; llévese unos sacos y me los trae llenos de Jobos. Regresé en la tarde cargado de las referidas frutas y para mi sorpresa: pasamos como quince días tomando jugo de jobo en el almuerzo!!!.

Por ser los nuevos del Cuartel, nos asignaron la Guardia de Prevención, era un verdadero suplicio prestar este servicio.  Se hacía con el Uniforme de parada de la Caballería: Casco de fibra, corbata negra, camisa beige, pantalón verde oliva de montar, botas de montar (como éramos nuevos y no teníamos las botas utilizábamos polainas), guantes color marrón, correaje cruzado y el Sable, el cual debía estar desenvainado y en la mano en todo momento. El relevo de la guardia era todo un ritual (creo que los relevos de guardia de los soldados ingleses se quedaban en pañales comparado con estos). Había que practicar el día anterior, con la tropa que prestaría este servicio y buscar la forma de que el Capitán que recibía guardia de Oficial de Día, viera que se estaba practicando. La Prevención del Cuartel tenía asignada la Sala Disciplinaria, que debía estar reluciente en todo momento. (Si por cualquier situación uno colocaba el sable sobre el escritorio, de inmediato recibía una llamada vía teléfono: “tienes 24 horas por abandonar el armamento”, era la voz del Cap. Salas M.). Todas las novedades que ocurrieran en la Prevención y sus alrededores tenían que ser notificadas al Oficial de Día y en el momento de la ocurrencia; etc. El Oficial de Guardia de Prevención dormía en la Prevención y tenía el cuarto turno de servicio nocturno. De paso resultaba una proeza salir sin novedad (ileso), de esa guardia y menos cuando el Oficial de Día era el Cap, José Ramón Salas Mendoza.

CONTINUARA…

Puerto Ordaz, 03 de septiembre del 2020

 

MILTON R. ABREU A.      

Coronel Ejército Siglo XX

 

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