Mi compadre Freddy
Simancas, (Q.E.P.D.) fue un hombre de buen corazón con soluciones fáciles y
prácticas para todos los problemas que se le presentaban. Lo conocí siendo
nosotros apenas unos niños, cuando nuestras madres, Tarcila la mía y Betulia la
de él, quienes eran muy amigas, se reunían en la Capilla de Agua Clara
(caserío, para ese momento, muy cercano a Valera, Estado Trujillo, vía Mendoza
Fría), para los correspondientes arreglos que anteceden a las misas
a oficiar. El nació y se crio en Carmania, allí estaba su casa a unos
doscientos metros de la histórica casa de la
Hacienda del Padre Francisco Antonio Rosario, donde Bolívar hizo su
histórico “Decreto de Guerra a Muerte” en el año 1.813. Freddy vivía con
su mamá, su abuelo Don Antonio y su tío Audón; fueron muchas e inolvidables
nuestras correrías por Santa María, donde yo vivía, por Geromito, Agua Clara y Carmania.
“Freddes” como yo le
decía, siendo todavía un mocetón, se fue para Maracaibo y regresó convertido en
un joven político y con unas ganas inmensas de trabajar por su comunidad; venía
con una línea política asociada al Partido Social Cristiano COPEI, donde
militó y alcanzó cargos de relevancia regional. Se casó con una excelente y
trabajadora mujer digna representante del pueblo de Timotes (Mérida): Mary
Villarreal, de esta unión nacieron: Antonio, Sonia, Argentina y Freddy (ahijado
tanto de Irvid como mío). Los padrinos de estos muchachos fueron trujillanos
ampliamente conocidos del mundo político, y por supuesto yo también. Vivía
en Carvajal (Trujillo) y en el año 1986, se muda con la familia para Maracaibo.
Cuando me transfieren
para el Zulia, en el año 1988, me encuentro de nuevo con mi compadre,
trabajando y con muchos proyectos en mente. Constantemente me visitaba en
Paraguaipoa, donde hicimos y disfrutamos de excelentes reuniones; era
buen cocinero, aprendí de él dos platos: el mojito de sardina y a aliñar los
pollos para hacerlos asados tipo “Pollos de Eladio”, famosos pollos asados
trujillanos. En nuestras conversaciones, siempre me decía: “ojalá que a uno
de mis compadres (los políticos), lo nombren Ministro de Relaciones
Exteriores…” A mi pregunta: para qué? su repuesta era: “…para que me nombre
Cónsul en Riohacha”. Le decía yo: “… Fredes… si tu de eso no sabes nada…”
y él me respondía: “…no importa!!!! para eso, no se necesita
saber nada…”. Cuestión que siempre me causó
risa y lo bauticé como “El síndrome de
mi compadre”.
Mi compadre murió
sorpresivamente, se le apagó la vida aun siendo muy joven y de verdad lo
extrañamos… ha hecho falta…; y a ninguno de sus compadres lo nombraron
Canciller de la República…!!!
MILTON
R. ABREU A.
Coronel
Ejército Siglo XX
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